1. Pensar en las personas que más apreciamos. Si la situación que te genera estrés te sobrepasa lo mejor es que respires profundo y lo hables con tu familia.
Según un estudio las personas que reflexionan sobre lo que les ocurre con la gente que más aprecia, tiene menores niveles de estrés que quienes hablan sobre temas que no les importan tanto.
2. Realizar ejercicios de visualización.
Recordemos un lugar que nos haya dado sensación de paz o de felicidad: un lugar, una playa relajante, un campo, una montaña o el lugar que sea agradable para ti, que genere tranquilidad. Visualicemos ese lugar en nuestra mente como si estuviéramos allí. Usar la imaginación puede lograr que sintamos que estamos allí, hasta podremos 'percibir' sabores y aromas de ese lugar relajante y así podemos lograr la calma tan necesaria.
Investigaciones prueban que estos mantras no son solo buenos para el autoestima, sino que también lo son para la salud.
Algunos ejemplos para motivarte:
'Soy capaz'.
'Soy querido'.
'Soy valiente'.
Cada uno puede elegir su afirmación y tenerla presente para el momento que sea necesaria.
4. Movernos como una persona feliz.
Los expertos explican que los pensamientos determinan la forma de caminar. La manera en que nos nos movemos muestra cómo nos sentimos por dentro. Hay estudios que afirman que si caminamos con los movimientos de una persona feliz, acabaremos por sentirnos más felices.
La meditación genera en las personas beneficios increíbles y sobre todo genera en nosotros la habilidad para buscar y conseguir la calma, en el momento preciso que la necesitamos.
Diversas investigaciones determinan que la meditación mindfulness una técnica de meditación que consiste en observar la realidad en el momento presente, sin intenciones de juzgar y con plena apertura y aceptación. Basada en la conciencia plena, en prestar atención completamente a una cosa. Significa calmarte para darte cuenta realmente de lo que estás haciendo.
Esta práctica puede reducir los niveles de cortisol, la hormona del estrés. También puede ayudar a controlar la presión arterial elevada, el dolor y los problemas del sueño.
6. Concentrarnos y solo respirar.
Muchas veces la solución a un problema es más sencilla de lo que pensábamos. Al sentirnos agobiados y no encontrar la solución, ni cómo salir, lo mejor es tomarnos un segundo para respirar: concentrarnos en cómo inhalar y exhalar el aire y nada más.
¿Cómo se hacen los ejercicios de respiración?
- Siéntese o acuéstese en una posición cómoda.
- Coloque una mano sobre el abdomen justo debajo de las costillas y la otra mano sobre el pecho.
- Respire hondo por la nariz y deje que el abdomen le empuje la mano. Cuente hasta tres.
- Exhale a través de los labios colocados como si estuviera silbando. Cuente hasta tres.
Ya sea dedicándole un tiempo a realizar respiraciones profundas o solo dejando escapar un gran suspiro, al instante nos sentiremos mejor y más ligeros.
7. Relajar el cuerpo progresivamente.
Cuando ante un problema nos sentimos tensos, contracturados y doloridos, se aconseja intentar utilizar la mente para tomar el control del cuerpo. La relajación progresiva muscular, una técnica que supone la contracción y distensión sistemática de los músculos, combina el trabajo del cuerpo y la mente para una relajación completa. En la relajación muscular progresiva, comienzas por tensar y relajar los músculos de los dedos de los pies, y continúas gradualmente hacia arriba, hacia el cuello y la cabeza. También puedes comenzar por la cabeza y el cuello y continuar el trabajo hacia abajo, hacia los dedos de los pies.