Nutrición
En el tratamiento de la Fibromialgia al no existir un remedio curativo, todo lo que hagamos por conseguir una mejoría será importante. Una alimentación adecuada puede contribuir. Una persona adulta sana puede cubrir todos sus requerimientos de nutrientes llevando una alimentación variada y saludable.
Pero en algunos casos será preciso recurrir a los suplementos dietarios. No debes tomarlos por tu cuenta, sino a través del consejo de tu médico. Es él quien debe determinar si en tu caso es conveniente esa suplementación, así como la dosis y la duración del tratamiento. Debido al cansancio y al malestar que afectan nuestra vida, la alimentación es fundamental para que el cuerpo pueda mantener un equilibrio.
El tratamiento prescrito, tener que soportar la sensación de dolor y los problemas emocionales asociados, pueden ser la causa de pérdida de apetito, a lo que se une el cansancio y en muchas ocasiones la depresión, que dificultan aún más el autocuidado. En la actualidad se conoce la relación causa-efecto entre alimentación y diferentes enfermedades, como el cáncer y enfermedades cardiovasculares, no podemos descartar la influencia de la alimentación en la severidad de la enfermedad.
Grupos de alimentos básicos:
Cereales y Legumbres.
Los constituyen el arroz, maíz, pan, pastas alimenticias, etc. y representan la fuente más importante de carbohidratos complejos (almidones), fibras y proteínas de origen vegetal. Se recomiendan de 3 a 6 raciones por día, proporcionan energía ‘fácil’.
Es más conveniente una ración mayor de patatas, arroz o pastas en lugar de alimentos con mayor contenido en grasas. No lo acompañes de mantequilla o salsas cremosas, ya que añaden grasas innecesarias.
Verduras y Hortalizas.
Son fuente importante de vitaminas, sales minerales y fibras. Deberían tomarse entre 2 y 3 raciones al día. Se pueden utilizar para acompañar carnes o pescados y en lo posible no freírlas, ya que absorben mucha grasa. Su consumo en crudo tiene mayor poder nutricional, pero pueden ser más difíciles de digerir.
Frutas.
Contienen gran cantidad de vitaminas, minerales, fibras y azúcares. Se recomiendan de 2 a 3 raciones diarias. Si al tomarlas como postre se notan molestias digestivas, se pueden comer como tentempié o como primer plato, evite las que estén verdes o demasiado maduras.
Lácteos.
Leche, queso, yogures, etc., no incluyamos la mantequilla y la crema. Son ricos en calcio, magnesio y proteínas de buena calidad. La dosis ideal es de 2 raciones al día. Si le cuesta asimilar las grasas de los productos enteros, le conviene tomar los desnatados (descremadas), que contienen la misma cantidad de calcio. Actualmente la gran mayoría también se consiguen deslactosados.
Carnes, huevos, pescado y aves.
Contienen proteínas, sobre todo grasas saturadas (excepto el pescado) y minerales como el hierro y el yodo. El pescado debemos consumirlo al menos tres o cuatro veces a la semana y que una porción sea de pescado azul. El pescado azul te aporta los llamados ácidos esenciales Omega-3, sumamente necesarios para mantener un buen estado de salud. El arenque, el atún, el salmón, la trucha y la caballa son las variedades más ricas en estos ácidos. Evite consumirlos fritos es más saludable cocinarlos en la plancha o al vapor.
Grasas y azúcares.
Aceite de oliva, de girasol, de maíz, frutos secos (avellanas, almendras, nueces, piñones, etc.), chocolate negro.
Los aceites aportan ácidos grasos monoinsaturados y polinsaturados, y los frutos secos fibras y proteínas de origen vegetal. Lo ideal es tomar entre 2 y 3 raciones diarias (una cucharada sopera de aceite o un puñado de frutos secos). Tomarlos con moderación.
Recomendaciones generales
Opta por todos aquellos alimentos que puedan cortarse sin cuchillo. Procura que tus guisos sean simples. A la hora de elaborarlos no utilices demasiados productos ni condimentos, ni formas de preparación muy complejas.
Bebe un litro y medio de líquidos cada día (o dos litros en épocas de calor), preferentemente agua. Es más recomendable hacerlo entre las comidas y beber poca cantidad durante las mismas. Aunque el agua no tiene calorías y por lo tanto no engorda, aumenta el volumen del estómago y puede provocar ciertas molestias.
La medicación empleada para aliviar los síntomas de la Fibromialgia puede ocasionar que la boca esté reseca, por eso también es sumamente importante que cada diez o quince minutos tomes pequeños sorbos de agua.
Evita el consumo excesivo de alcohol. Reduce el consumo de sal. En cantidades excesivas provoca edema e hinchazón. Limita el consumo de comidas procesadas, ya que son muy ricas en sodio. También las carnes de lata, las sopas de sobre, los tomates y vegetales enlatados y las patatas chips, son otros ejemplos de productos con alto contenido en sodio.
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